En el
artículo anterior comenzamos nuestra crítica Dark Knight Returns de Frank
Miller. Analizamos el primero de cuatro libros que componen el comic. En el
libro uno, Batman regresa después de diez años de inactividad. Miller retrata
una sociedad cínica, caótica, sumida en el barro por la corrupción y las ideas
liberales. Los criminales se los muestra estereotipados como punks (miembros de
un movimiento fuerte de antisistema de los 80´). El principal enemigo de la
primera parte es Harvey Dent, más conocido como Two Face (dos caras). El
villano es el reflejo de lo que siente Batman. Se plantea que la psicosis de
Dent no se puede curar, igualmente la psicosis de Bruce Wayne. En una viñeta
nuestro héroe es entrevistado por periodistas y opina sobre Two Face: “Debemos
creer en Harvey Dent. Debemos creer que nuestros demonios privados pueden ser
vencidos”. Miller presenta a Batman tan enfermo como su némesis. Algo que
también planteará Alan Moore más adelante en su Killing Joke.
Ahora
trabajaremos con el capítulo dos: El
Triunfo del Caballero Nocturno.
El
Villano es el líder mutante (creado por Miller para esta historia). Los
mutantes son una banda criminal que parece casi un movimiento político. Se
parecen a los grupos punks y skinheads que pululaban en los E.E.U.U. de los
70´y 80´. En éste libro se introduce a un nuevo Robin, mejor dicho nueva. Ella
salva a un derrotado Batman en un primer encuentro con el Líder Mutante. Batman
decide prepararse de otra manera. Se da cuenta que metiendo en la cárcel al
villano no podrá hacer nada. Porque en el fondo el líder es un icono revolucionario.
Los seguidores son su fuerza. Por eso debe derrotarlo simbólicamente.
Casi
inconscientemente el autor muestra la verdadera función de Batman en la cultura
contemporánea: derrotar simbólicamente a los enemigos del orden capitalista y
hegemónico. La pelea de Batman es por capturar el corazón de los discípulos del
Líder Mutante. Los políticos son blandos y no pueden manejar el caos. Miller
mata al alcalde de Gotham a manos del Líder Mutante cuando va a negociar con
éste a la cárcel. Al final del libro, Batman derrota al Líder en un mano a mano
frente a todos los miembros mutantes. Convirtiéndose a los ojos de ellos como
un tipo duro, por ende, en un nuevo ídolo para ellos. Cabe aclarar que el
término mutante se refiere a cambio, evolución; Frank Miller parece rechazar el
cambio y la evolución con un Batman que enfrenta mutantes.
Después del triunfo de nuestro héroe sobre el
Líder mutante, es interesante leer una de las últimas páginas del capítulo dos:
Mientras se ve el dibujo grotesco de Batman parado sobre su contrincante, los
siguientes cuadros que lo acompañan muestran a diferentes personajes de la
historia dando su opinión del evento. Primero se ve a un ex miembro de la banda
mutante proclamar con el símbolo del murciélago tatuado en el rostro: “Los mutantes han muerto. Los mutantes son
historia. Ésta es la marca del futuro. Ciudad Gótica pertenece a Batman”.
El doctor Bartholomew Wolper atacará al
encapotado con esta frase: “Exactamente
como predije, Batman ha infectado a la juventud Gótica…envenenándolos con
excusas insidiosas para su conducta antisocial”. Recordemos que este
psiquiatra representa también ese progresismo de ideas que a Miller no le
simpatiza mucho. La ideología del autor estará reflejada en unas viñetas más
adelante, donde un ciudadano común dice: “Un
montón de psicópatas atacan criminales en vez de inocentes ¿de esto quieren
culpar a Batman?”. A través del segundo libro se va preparando el panorama
de lo que serán el tercero y cuarto libro. Pero de eso hablaremos en los
próximos artículos.
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